Aquel hombre había viajado mucho. Uno de los viajes que más recordaba
 era su visita al “País de las cucharas largas”. Había llegado de 
casualidad: tras escoger un camino sinuoso se encontró con que éste 
terminaba en una gran casa aislada. 
Al acercarse, notó que la mansión 
parecía estar dividida en dos pabellones: un ala oeste y un ala este. 
Aparcó su automóvil y se acercó a la casa. En la puerta un cartel 
anunciaba:
ESTE PEQUEÑO PAÍS CONSTA DE DOS HABITACIONES LLAMADAS NEGRA Y BLANCA. PARA RECORRERLO DEBE AVANZAR POR EL PASILLO HASTA DONDE SE DIVIDE Y GIRAR A LA DERECHA SI QUIERE VISITAR LA HABITACIÓN NEGRA O A LA IZQUIERDA SI LO QUE QUIERE ES CONOCER LA HABITACIÓN BLANCA.El hombre avanzó por el pasillo y el azar le hizo girar primero a la derecha. Nada más dar los primeros pasos, empezó a escuchar los primeros ayes y quejidos que provenían de la habitación negra. Llegó a la puerta, la abrió y entró. Sentados en torno a una gran mesa había cientos de personas. En el centro de la mesa se veían los manjares mas exquisitos que cualquiera pudiera imaginar y, aunque todos tenían cucharas con las que alcanzaban el plato central, ¡¡se estaban muriendo de hambre!! El motivo era que las cucharas eran el doble de largas que sus brazos y estaban fijadas a sus manos. De este modo, todos podían servirse, pero nadie podía llevarse el alimento a su boca. La situación era tan desesperada y los gritos tan desgarradores, que el hombre dio media vuelta y se marchó de allí precipitadamente.
 Volvió a la sala 
central y tomó el pasillo a la izquierda que conducía a la habitación 
blanca. La única diferencia era que no se oían gemidos ni quejidos por 
el camino. Abrió la puerta y entró. Cientos de personas se encontraban 
también sentadas en torno a una gran mesa. También en el centro se veían 
manjares exquisitos y todas las personas tenían fijadas a sus manos 
cucharas el doble de largas que sus brazos. Pero allí nadie se quejaba 
ni lamentaba. nadie se moría de hambre porque... (¿cómo crees que continúa el cuento?)
del libro "Recuentos para Damián"  
 


 
Hola, ayer, 31 de enero, leimos y averiguamos la continuación del cuento.
ResponderEliminarLa maestra me sacó a mi y a mi amiga Ángela Gacía a una mesa que en el centro había patatas. Intentamos comer, pero era imposible. Se caían las patatas y además no llegábamos con las cucharas tan largas. Yo averigué el final del cuento, que es que se ayudaban unos a otros, porque yo pensé que yo sola no podía, por eso mi compañera me tenía que ayudar y... ¡Era así! Las dos nos dábamos de comer la una a la otra. ¡Fue genial! Además de nosotras, mis compañeros se pusieron por parejas y lo probaron también. Nos reímos mucho porque... ¡Era imposible comer! Pasamos un rato muy divertido.
UN SALUDO.
¡Hola!
ResponderEliminarEste cuento me ha gustado mucho; primero porque la historia ha sido muy graciosa y segundo porque cuando averiguamos la terminación del cuento o...como acababa esta historia, y con nuestras cucharas lo teníamos que hacer...pues fue muy divertido y gracioso.
Este cuento termina que:
Cuando el hombre llegó a esa habitación, todos estaban felices y esa habitación era totalmente igual que la otra que se estaban muriendo de hambre y la solución es que todos se ayudaban entre si y eran felices porque de esa manera todos podían comer.
Cuando ya lo supimos y lo intentamos así si funcionaba pero más de un gusanito se nos cayo al suelo, jejeje...
Para mi este cuento ha sido muy interesante y divertido con una moraleja muy bonita.
UN SALUDO.