COLECCIÓN: LECTURAS DE IDA Y VUELTA.

NUESTRA EXPERIENCIA. 

Soy tutora y maestra de un sexto curso de primaria y, en mis clases con ellos (ya llevamos juntos cuatro años), siempre he intentado hacerles saber, reflexionar y respetar la multiculturalidad: lo distintos que podemos llegar a ser pero, al mismo tiempo, con las mismas necesidades que cubrir y los mismos derechos. Para mí es una prioridad en el currículum. Así que esta colección de libros nos llegó como agua de mayo.

 Una mañana me acerqué a la clase con un libro titulado "Historias de medio mundo". Era un ejemplar que pertenecía a la colección “De aquí y de allí” y que nos lo había prestado por un tiempo la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Les expliqué que era una colección que se organizaba en torno a un género, tendencia o actividad. En este caso, estos libros nos iban a permitir acercarnos a las formas de vida de otras culturas, desde el respeto y para el enriquecimiento. Les leí un cuento breve: original por el enfoque que se le había dado al tema en cuestión y profundo al mismo tiempo. Era un cuento original de Kenia y los niños… se me quedaron sin palabras cuando terminaron de escuchar el relato. Les pregunté qué les había parecido y no supieron qué contestarme. En sus caras yo notaba que la historia, aún a pesar de sus silencios, no les había dejado indiferentes. Así que yo solita fui comentando la lectura, y ellos se limitaron a asentir. 

 A los pocos días me los bajé a la biblioteca. Ellos saben que, poco menos, la biblioteca es un lugar de culto, así que entraron tranquilos y relajados. Se sentaron y entonces les mostré el expositor. Leí algunos de los títulos en voz alta y les expliqué en qué bloques estaban agrupados los libros. Algunos niños compartieron experiencias personales, relacionadas con la familia, sobre la emigración y las dificultades que habían tenido que afrontar y superar estas personas. 

 

Por grupos fueron saliendo y eligiendo, imagino yo, aquellos títulos con los que se sintieron más identificados en un primer momento. Les aconsejé que no se fijaran sólo en este dato, sino que, además, leyeran las sinopsis. Una vez ya todos sentados con sus libros, volvieron a leer las sinopsis para saber dónde se desarrollaba la historia. En el caso de que no apareciese este dato, les recomendé que trataran de averiguarlo o imaginarlo viendo la ilustración de la portada o por algún dato que apareciese en el resumen del argumento. 

  A continuación cada niño señaló en un mapamundi político el país o los países en cuestión. Entre todos dieron pinceladas de lo que sabían sobre su situación física, económica, gastronomía, folclore, e incluso maneras de pensar y de ser. Ahí ya nos dimos cuenta de que empezábamos el ejercicio con ideas preconcebidas, y que estas lecturas nos iban a permitir comprender y valorar lo positivo que tiene cada cultura, desde una actitud de respeto hacia aquellos que no son iguales a nosotros. 

 Uno de los títulos, ”La canción de Amina”, nos dio para entablar un diálogo sobre lo que conocíamos sobre Marruecos, un país relativamente cercano en el espacio al nuestro, y del que continuamente nos llegan noticias a través de los medios de comunicación sobre “el paso del estrecho” (hoy minimizado, en parte, por la actual crisis económica). Yo le había echado una ojeada a ese libro concretamente hacía un par de días, así que podía manejarme. Al leer la sinopsis del citado libro, los niños se quedaron sorprendidos, y después de leer las primeras páginas en voz alta, aún más. Se dieron cuenta de que el tratamiento a la mujer y la educación que ésta recibe no tienen nada que ver con la nuestra. A partir de ahí, intentaron todos y todas ponerse en el lugar de la protagonista y uno a una fueron diciendo lo que ellos harían ante tal situación. Unos se decantaron por la obediencia y otros, los más, por el estudio, con el fin de intentar cambiar las mentes y las costumbres de su país. 

Encendieron sus ordenadores portátiles por si necesitaban alguna información en especial para poder entender algo en concreto, se hicieron de varios diccionarios y empezaron a leer, y así estuvieron como una hora. A algunos les dio tiempo de leer o de ojear varios; a otros, que eligieron libros más densos, sólo les dio tiempo de leer algo sobre uno, pero se fueron con mi promesa hecha de que volveríamos al día siguiente, no sin antes pedirles, como tarea en casa, que escribieran un resumen de lo que habían leído hasta ahora y que inventaran una posible continuación. 

Y así fue. Al día siguiente volvimos y pudieron seguir con sus lecturas o iniciar otras. Y una vez más, al terminar, les pedí que escribieran sobre cómo habían resultado las continuaciones que habían inventado. Les dije también que ya no volveríamos más; que si alguien tenía interés en continuar la historia, tendría que asistir a la biblioteca en horario de tarde y hacer una lectura en sala. Como les había pedido, me entregaron sus escritos, y les invité a que buscaran información sobre la fundación Germán Sánchez Ruipérez: objetivos, ámbitos de actuación, y todo aquello que consideraran importante; y que con todos esos datos elaboraran un documento de texto y me lo enviaran por mail. Y en esa estamos… 

De esta experiencia me queda un sabor agridulce. La idea es fantástica y los niños han estado muy motivados: las lecturas son profundas, a la altura del entendimiento de un alumno/a de tercer ciclo de primaria, pero no he tenido el suficiente tiempo que habría necesitado: no para que leyeran más títulos (aunque eso habría sido ideal), sino por el hecho de haber podido buscar información sobre el tema de la lectura y de haber compartido lo leído con los demás compañeros/as, en forma de reseñas literarias, por ejemplo. 

Muchas gracias a todos los que formáis parte de este equipo y de este proyecto. 

Marisa Martín y su clase de 6º A.