EL DIVORCIO DEL TÍO PERICO
Un rey y una reina de un rico país vivían la mar de preocupados porque tenían un hijo al que todos llamaban el príncipe desmemoriado. Tanta era su preocupación que decidieron consultar a Juan Grillo el adivino. Lo llamaron y cuando llegó a palacio el rey le dijo:
- Señor Juan, he sabido que usted adivina dónde están todas las cosas
que se pierden. Mi hijo ha perdido el medio anillito que llevaba el medio pollito para el divorcio del tío Perico.
Entonces, Juan Grillo empezó a dárselas de adivino:
- Nubes altas, nubes bajas ¿dónde estará esa alhaja?
Y al momento dijo:
-Para encontrar el medio anillito que lleva el medio pollito, el príncipe debe llegar hasta el castillo de irás y no volverás.
El rey muy preocupado, se despidió del príncipe y le entregó para el viaje: una lanza, un caballo y un mastín.
El príncipe desmemoriado comenzó su viaje y mientras atravesaba un
pueblo, vio mucha gente alrededor de un zurrón del que salía esta
cancioncilla:
- En un zurrón voy metido,
en un zurrón moriré,
por culpa de un canastito,
que en la fuente me dejé.
El zurrón pertenecía a un monito. El príncipe le pidió el zurrón y como el mono no se lo quiso dar, se puso a canturrear:
- Rabia, rabiña que tengo una dorada fusta y nadie me asusta.
El mono se encaprichó de la lanza que reflejaba con tonos dorado los
rayos del sol y cambió el zurrón por la dorada lanza. Cuando el príncipe
abrió el zurrón salió un hombrecillo muy pequeño
- ¿Eres tú el bicho hombre?- preguntó el príncipe.
- No, yo soy un niño y me llamo Garbancito. Quiero volver a casa con mis padres, pero antes te acompañaré en tu viaje. Llévame contigo.
El monito se alejó mientras canturreaba:
- Por un rabo una cuchilla,
por la cuchilla un pescado;
por el pescado cien panes,
por los panes un niño,
por el niño una lanza…
- ¡Qué mono tan caprichoso!- dijo Garbancito- que a continuación, se montó entre las orejas del caballo para continuar el viaje.
Iban caminando por un bosque y se encontraron cuatro animales: un león, un águila, un galgo y una hormiga.
- ¡Buenas tardes amigos! ¿qué os pasa? ¿por qué estáis peleando?- Preguntó el príncipe.
- Porque nos hemos encontrado un borrego y no nos ponemos de acuerdo con la partición- contestó el león- ¿Puedes ayudarnos?
- ¡Cómo no! - dijo el príncipe-. Para ti, león, la carne. Para ti,
galgo, los huesos. Para ti, águila, las tripas. Y para ti, hormiguita,
la cabeza.
Quedaron conformes, y para agradecérselo, cada animal le entregó una cosa al príncipe:
- Yo te doy un pelo de mi melena- dijo el león-. Y cuando lo necesites, dices: “¡Yo león!”, y ninguna fiera del mundo te podrá ganar.
- Yo te regalo “el sombrero de póntelo y no te ven”- dijo el galgo.
- Y yo “el barquito que lleva por doquier”- dijo el águila.
- Pues yo, te ofrezco “la bolsita de oro que nunca acabaré”-dijo la hormiga.
Tras despedirse de los animales, el príncipe y Garbancito continuaron el viaje en busca del medio anillito.
Al día siguiente se cruzaron por el camino con un muchacho que llevaba un gallo al hombro.
- ¡Hola!- le dijo el príncipe- ¿Qué te pasa muchacho que te veo tan triste?
- Mi padre acaba de morir y como era tan pobre, a mis dos hermanos y a mí, nos ha dejado tres cositas de nada. A mí me ha correspondido este gallo. ¿Y vosotros hacia dónde os encamináis?
-Buscamos el castillo de irás y no volverás.
- Coge por este camino y no lo pierdas. Llegarás al castillo que está
custodiado por dos leones. Si tienen los ojos abiertos, es que duermen;
si los tienen cerrados, están despiertos. Ten cuidado no te equivoques.
- Gracias, por tu ayuda. Toma esta bolsa con la que nunca más te faltará nada.
- Yo a cambio, te regalo mi gallo, se llama Kirico- dijo el muchacho- Y tras esto se despidieron.
Cuando llegaron al castillo, vieron que estaba rodeado por un foso y el puente levadizo estaba levantado.
- Es el momento de utilizar el barquito, regalo del águila- dijo Garbancito- que seguía subido entre las orejas del caballo.
Una vez subidos al barco cruzaron el foso. Pero como el castillo tenía
la puerta cerrada, el príncipe decidió escalar por una gran planta de
penca en penca, de flor en flor. Y de este modo, de penca en penca, de
flor en flor… logró entrar en una habitación donde dormían dos
gigantes. Al fondo de la habitación había una puerta cerrada con siete
candados. Para distraer a los gigantes, Garbancito y el príncipe idearon
un plan: se acercaron a los gigantes que tenían los ojos abiertos y
poniéndose el “sombrero de póntelo y no te ven”, empezaron a dar tirones
de la manta que los cubría.
- Giganta, giganta, no tires de la manta- dijo uno de los gigantes.
- Gigantito, gigantito, déjame dormir un poquito.
El príncipe y Garbancito siguieron molestándolos y se volvió a oír.
- Giganta, giganta, no tires de la manta.
- Gigantito, gigantito, déjame dormir un poquito.
Y continuaron diciendo:
- Giganta, giganta, no tires de la manta.
- Gigantito, gigantito, déjame dormir un poquito.
Llegó un momento en que los dos gigantes estaban tan enfadados que
empezaron a pegarse entre sí y tal paliza se dieron que se quedaron
tirados en el suelo.
El príncipe cogió las llaves que estaban colgadas al lado de la puerta y
empezaron a abrir los candados. Como tenían poco tiempo, decidieron
coger un hacha de oro que encontraron, para romper los candados con facilidad.
Al entrar en la sala se encontraron al medio pollito encerrado en una media jaulita vigilado por la bruja Curuja.
- ¿Cómo has podido llegar hasta aquí? No te atrevas a despertar al bello
durmiente. Faltan pocas horas para que comience la noche de San Juan.
Estoy esperando para que cuando se despierte se enamore de mí. Entonces
utilizaremos el medio anillito para casarnos.
Desde el balcón se escuchó:
- Ésta es la noche lunera
de nuestro patrón San Juan
hay un príncipe durmiente
que en ella despertará.
La niña que esté a su lado
con él se ha de casar.
El príncipe desmemoriado decidió ayudar a la joven que tan tristemente
entonaba esa canción y al grito de: “Yo león”, se convirtió en una fiera
que echó de allí a Curuja.
La bruja al verse en peligro le dijo al príncipe:
- Déjame ir y serás feliz.
La bruja deshizo el hechizo que lo tenía desmemoriado y el príncipe la obligó a abandonar el castillo y a no volver jamás.
- Garbancito, cojamos al medio pollito y regresemos a casa- dijo el príncipe- Pero como éste no aparecía por ningún lado:
- ¡¡¡Gargancitoooooooo!!! ¿Dónde estás?
- ¡¡Estoy en el medio culito del medio pollito!!
El príncipe, Garbancito y el medio pollito intentaron salir del
castillo, pero como la puerta estaba cerrada, dijo el medio pollito:
- Ábrete avellana, ábrete tarambana.
Y por arte de birli birloque, se abrieron las puertas y pudieron salir.
Tardaron dos días en llegar al palacio del príncipe. Justo antes de
llegar, el gallo se manchó el pico al comer unos granos del suelo. Se
acercó al río y le dijo al agua:
- Agua, agüita, límpiame el pico que voy al divorcio del tío Perico.
Pero el agua no quiso.
- Caballo, bébete el agua que no quiere limpiarme el pico para ir al divorcio del tío Perico.
Y como nadie le limpió el pico, el gallo Kirico no pudo asistir
al divorcio del tío Perico que se realizó gracias al medio anillito que
llevaba el medio pollito en su medio culito.
Y colorín colorado este cuento tan enrollado se ha acabado.
Este cuento es fruto del trabajo en equipo, de la cooperación entre los alumnos y alumnas de 4º C.
Con
este cuento queremos rendir un homenaje a nuestros padres y abuelos que
con sus historias hicieron crecer nuestra imaginación y creatividad.
¡¡Felicidades por vuestro trabajo!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el cuento; es genial y muy ocurrente la idea de ir mezclando todos los personajes en la trama de un único cuento que tiene un poco de todos. Y lo mejor... ¡habéis hecho un trabajo de equipo!
Podéis sentiros orgullosos y satisfechos del proceso y del resultado.
Un abrazo
Nuestras felicitaciones a la responsable de nuestra biblioteca por la dedicación prestada durante todo el curso en la actualización y elaboración de este blog en el que tantas horas, incluso en fines de semana, invierte.
EliminarGracias Mª Jesús, por hacer posible que toda la vida de nuestra biblioteca pueda ser compartida por todos.